Manuela

Manuela

Manuela es la directora de la sucursal de un banco de mi pueblo. Mide 1,74; es delgada y tiene 39 años. Su pelo es castaño y liso, la frente amplia y la cara alargada y bronceada. Sus cejas son rectas y sus ojos marrones, de mirada apasionada. La  nariz es recta y los labios gruesos. Sus manos son delgadas, los brazos largos y las piernas finas.  

Ella es agradable e inteligente. Le gusta leer, es aficionada al deporte y le gusta montar en bicicleta. Es paciente y cariñosa. Viste con traje corto y tacones; es muy elegante y atractiva.

Elefantito

Un elefante llamado César

Voy a describir a un elefante. Se trata de un elefante que se llama César y vive en  la selva con su manada. Es pequeño, joven y no tiene colmillos. El rabo es mediano y su piel es rugosa, dura y de color gris. Los ojos son negros y muy pequeños, sus orejas son grandes y caídas. Tiene la cabeza grande, la boca pequeña y la trompa larga. Sus patas son fuertes y gruesas. Es un animal astuto y tranquilo, lo que más le gusta es bañarse en el agua y espurrear agua por la trompa. Este elefantito es un elefante indio y se puede domesticar.

Me gustaría alguna vez montarme en un elefante.

El mendigo manolo

El mendigo Manolo
Manolo es un mendigo que tiene sesenta y cinco años; se pasa todo el día de calle en calle y de casa en casa pidiendo ropa o comida. Cuando se cansa, se sienta en un tranco a descansar. Duerme en la calle y se arropa con un cartón. Cuando sale el sol, Manolo se levanta y se dirige a un bar donde todos los días le dan un café calentito y un trozo de pan. Un día, al salir del bar, se encontró a un amigo al que llevaba años sin ver. Él no se dio cuenta, pero su amigo sí y le dijo:  
-¿Eres Manolo?
Él se quedó mirándolo y dijo:
-¿Tú eres Antonio?
Se dieron un abrazo; Antonio se dio cuenta que a Manolo no le iba nada bien; después de hablar y hablar, Antonio le dijo:
-¿Manolo te gustaría trabajar conmigo en la carpintería?
-Pues claro que sí -respondió Manolo.
Desde entonces, Manolo tuvo un trabajo gracias a su amigo Antonio y nunca más volvió a pedir por las casas.

Crecer

Esta lectura me ha enseñado que las madres quieren el bien para sus hijos y también me enseña que a todos nos deben tratar por igual y que nadie se debe reír de los más débiles, porque al final el que ríe el último ríe mejor.